viernes, 25 de marzo de 2016

quedar en blanco, etc., aunque puede que haya algo de verdad en esto ya que la presencia de tanta ansiedad interfiere con los procesos atencionales, recuperación del material almacenado en la memoria, etc.

Este tipo de miedo es importante por su especial relevancia y relación con el rendimiento escolar. Méndez y Maciá (1990) hacen referencia a que muchos autores utilizan esta etiqueta para referirse a cualquier problema de asistencia al colegio debido a la gran ansiedad experimentada por el niño en el contexto escolar, tanto si el miedo principal es debido a la separación de sus padres, como si es debido a algún aspecto específico de la situación escolar. Otros autores, por el contrario, prefieren hablar de rechazo escolar para referirse a la no asistencia del niño o niña a la escuela, ya sea por la presencia de una fobia escolar, ya sea debido a un trastorno por ansiedad de separación, insistiendo en que son problemas distintos, ya que las situaciones que lo desencadenan son distintas. La fobia escolar se refiere al rechazo prolongado que un niño experimenta a acudir a la escuela por algún tipo de miedo relacionado con la situación escolar. Con todo, según Ollendick y Mayer (1984), en la fobia escolar hay dos tipos de variables: a) factores relacionados con la escolaridad, como el miedo a algún profesor, bajo rendimiento escolar, problemas con las relaciones con los compañeros, problemas por la apariencia o defectos físicos, etc, y b) sucesos vitales negativos, enfermedad prolongada, separación de los padres, fallecimientos, etc. La fobia escolar se manifiesta a través de tres sistemas de respuesta:
El motor o comportamental: el niño evita ir a la escuela o se escapa de ella. Las conductas componentes pueden aparecer a través de una conducta negativista: no se viste o lo hace muy lentamente entreteniéndose constantemente, no desayuna, no encuentra los materiales de clase. Si se le obliga a ir se vuelve a casa, o no asiste a la clase, deambulando por el recinto escolar o escapándose. Si se le lleva a la fuerza, grita, llora, patalea, tiembla, se agarra a la madre o al padre en el momento de la separación. Y si, por el control de los padres y profesores, ha de permanecer en clase, su conducta puede ser altamente perturbadora, bien de una forma activa o pasiva.
El psicofisiológico: se pone de manifiesto a través de una importante activación vegetativa, dependiente del Sistema Nervioso Autónomo, en su rama Simpática: sudoración de las manos o todo el cuerpo, tensión muscular elevada, sensaciones de mareo o desmayo, dolores de cabeza, dolores de estómago, vómitos, diarrea, necesidad constante de orinar, taquicardia, etc. y es habitual encontrar problemas relacionados con la alimentación y el sueño.

El cognitivo-experiencial: el niño manifiesta su negativa a ir al colegio. Y muy especialmente se dan una serie de pensamientos e imágenes negativos sobre situaciones escolares. El niño suele anticipar una serie de consecuencias negativas o desfavorables tendiendo a evaluar negativamente las propias capacidades o situaciones: le van a preguntar y le pondrán mala nota, el examen será muy difícil, hará el ridículo, se va a quedar en blanco, etc., aunque puede que haya algo de verdad en esto ya que la presencia de tanta ansiedad interfiere con los procesos atencionales, recuperación del material almacenado en la memoria, etc.

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